División social del trabajo

La división social del trabajo hace referencia al modo en que se reparten las actividades productivas dentro de una sociedad, cómo esa división o reparto afecta a la formación de clases sociales y cómo las sociedades en general (e incluso las naciones, en relación a la división internacional del trabajo) se especializan en determinados sectores productivos. La división sexual del trabajo, entre hombres y mujeres, es una vertiente añadida de la división social del trabajo. Como concepto, la evolución de la división social del trabako puede ser contemplada desde el materialismo histórico dialéctico, como oposición de necesidades e intereses entre diferentes clases, que provocan finalmente la superioridad o prioridad de ciertos sectores productivos sobre otros, y la asignación de clases sociales entre estos. Desde la economía clásica y neoclásica, en cambio, la división social del trabajo se expica meramente por cuestiones de productividad y eficiencia, que llevan a asignar los recusos materiales y humanos a diferentes sectores. Históricamente, la deriva o cambio principal en la división social del trabajo se llevó a cabo con la Revolución Industrial, durante la cual hubo un trasvase ingente de recursos productivos hacia la industria y se formó la clase del proletariado industrial.

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Antisemitismo

El antisemitismo es la discriminación, odio, hostilidad y agresividad contra los judíos como comunidad, pueblo, religión o supuesta raza. Se trata de una actitud desarrollada desde la antigüedad, cuando hacia el siglo I antes de Cristo los antiguos romanos ocuparon el territorio habitado por los judíos y realizaron campañas de guerra contra los judíos; tanto estos ataques, que perseguían la subordinación y dominación de los judíos, como el hecho diferencial que situaba al judaísmo como religión monoteísta, como opuesto al paganismo politeísta habitual entre los romanos, provocaron una persecución contra la población judía y su identidad colectiva. Estos ataques contra los judíos condujeron a la diáspora judía, unas veces como exiliados y otras como esclavos. Hay que decir que los judíos también vivieron el exilio en el siglo VIII a. C., cuando los asirios vencieron a los judíos y los deportaron a Mesopotamia.

La oposición a los judíos continuó con el cristianismo, especialmente porque los judíos, formando comunidades exiliadas a lo largo y ancho de Europa, fueron considerados culpables de la muerte de Cristo, actitud que se extendió durante la Edad Media hasta la Edad Moderna, aumentando la desconfianza que suscitaban las comunidades judías que vivían aparte profesando otra religión diferente a la cristiana. Precisamente en la Edad Media y en la Edad Moderna eran frecuentes los pogroms o ataques colectivos contra los judíos. Por otra parte, en 1492 los judíos fueron expulsados por edicto de los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, episodio notorio en la persecución histórica contra aquellos.

En el siglo XIX se acentuó el discurso contra los judíos. Los términos antisemita  y antisemitismo, como actitudes contrarias a lo judío, surgieron en Alemania a finales del siglo XIX para dar un tinte político al odio ancestral contra los judíos, por un lado contra el poder que los judíos estaban adquiriendo en la sociedad como burguesía, y en tambiñen referencia a su supuesta impureza de sangre, en el marco de un discurso racialista. Estos discursos se fueron extendiendo por Europa y los pogroms se multiplicaron. El nazismo, como ideología totalitaria, fijó el antisemitismo como uno de sus principios principales y así se llevaron a cabo uno de los mayores estragos de la historia, el Holocausto, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando se asesinaron sistemáticamente a millones de judíos en campos de concentración y exterminio. El Holocausto, su crueldad e inhumanidad, removió el fondo de la conciencia colectiva en muchos países, y desde entonces el antisemitismo ha sido considerado una ideología especialmente inhumana y peligrosa; hoy día, en muchos países modernos está fuera de la ley el difundir mensajes contra los judíos y cualquier otro tipo de expresiones antisemitas, aunque entre algunos sectores políticos minoritarios e incluso gobiernos abundan y se fomentan aún esos discursos de odio contra lo judío. En resumen, la desrazón del antisemitismo puede definirse así, a través de una frase habitual en inglés: the dislike of the unlike o rechazo de lo diferente; ahí radica su inhumanidad, precisamente en considerar que no todos somos iguales, y que ello justifica la violencia contra los que son diferentes, siendo el pueblo judío una mera excusa para ponerla en práctica.

Sociedad postindustrial (sociedad posindustrial)

En general, se entiende por sociedad postindustrial o sociedad posindustrial aquella sociedad es la que el sector industrial ha dejado de ser el sector principal de la economía, dejando esta posición al sector de los servicios, representado por la distribución - el consumo -, la sanidad, la educación, la comunicación y la información. En este sentido, la sociedad postindustrial representa un cambio profundo de las relaciones económicas, tan profundo como el que supuso la Revolución Industrial, que provocó la transición de una sociedad eminentemente agrícola a otra industrial. Paralelamente, la sociedad postindustrial emerge con la sociedad de consumo, en el sentido de que es el consumo el motor principal de la economía, gracias a los bajos costes de los productos, que permiten su adquisición por las masas; es decir, consumir, y no producir, sería la característica principal de estas sociedades postindustriales. También se ha caracterizado la transición de la sociedades industriales a las sociedades postindusteiales como el cambio de la tecnología de las máquinas a la tecnología intelectual.

Mas allá de la base económica en esas tranformaciones, la sociedad postindustrial trasciende la esfera económica y amplía sus transformaciones a la esfera social y cultural, y de hecho la sociedad postindustrial se ha asociado a otros conceptos como la postmodernidad (individualismo, muerte de las grandes utopías e ideologías), sociedad de la información, sociedad del conocimiento, sociedad del espectáculo o capitalismo tardío. En este sentido amplio han desarrolado el concepto de sociedad industrial sus principales teóricos, los sociólogos Alain Touraine y Daniel Bell. Mientras Alain Touraine define la sociedad posindustrial como la sociedad en la que lo económico ha dejado de ser lo que condiciona totalmente la esfera social, de modo que conceptos como explotación han dejado de ser características de las sociedades postindustriales para dar  paso la alienación como forma de dominación social. Daniel Bell, por su parte, ha hecho énfasis en los procesos de innovación como guías de las sociedades postindustriales, frente a los procesos de racionalización que impulsaron las sociedades industriales.

Enfoque estructural funcionalista (estructural funcionalismo, funcionalismo estructuralista)

El funcionalismo estructuralista, estructural funcionalismo, enfoque estructural funcionalista o sin más enfoque estructural es una perspectiva de investigación sociológica y antropológica que además de asumir los principios del funcionalismo, considera alas sociedades y a las culturas como sistemas complejas con una estructura determinada encaminada a la consecución de funciones u objetivos de estabilidad y equilibrio. Si la corriente funcionalista se desarrolló sobre todo gracias a Émile Durkheim (1858-1917) en sociología y a Bronislaw Malinowski (1884-1942) en antropología, fue Alfred Radcliffe-Brown (1881-1955) el que añadió al concepto fundamental de función la de estructura social, tomando como función principal la de estructuración social y dejando al margen las funciones a nivel de individuo, distinguiéndose de esta forma de sus predecesores e inaugurando de esta forma el enfoque estructural, que tomaron como base de reflexión y trabajo posteriormente sociólogos como Talcott Parsons (1902-1979) y Robert Merton (1910-2003). 

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Cronificación

Especialmente en medicina, en relación a una patología concreta, pero también sobre un problema de cualquier tipo, la cronificación es que la patología o el problema en cuestón se convierta en algo crónico o permanente, que  tenga difícil solución o no tenga vuelta atrás, por la variedad de factores que afectan al problema, por la complejidad y dificultad de las medidas de solución o por la dinámica propia del problema, por ejemplo la existencia de un círculo vicioso. Se utiliza, como se ha dicho, sobre patologías y enfermedades que se hacen especialmente duraderas, pero al mismo tiempo es frecuente, para referirse a problemas sociales que se perpetúan el tiempo, por ejemplo el encarecimiento de la vivienda, el paro o el consumo de droga. Aunque suele haber razones fundadas para que se produzca la cronificación, a veces la causa principal es la dejadez de los agentes implicados para resolver el problema.

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