En sentido amplio, el relevo generacional es un proceso de renovación social, demográfica, social y económica, por el cual las generaciones jóvenes retoman las funciones de las generaciones anteriores que se van retirando y desapareciendo. El relevo generacional es fundamental para la supervivencia de la sociedad en todos sus ámbitos. Precisamente, el principal problema de las sociedades de los siglos XX y XXI es la falta de relevo generacional, especialmente en las zonas rurales, cuando los jóvenes que han crecido en una comarca no son capaces de asumir y sobrevivir la responsabilidad de las tareas socioeconómicas (profesiones) y culturales (costumbres, lengua,...) que desempeñaban los ancianos, por razones demográficas o por fallar la transmisión social.
En un sentido más estricto, el relevo o reemplazo generacional es un concepto puramente demográfico que indica que el número de nacidos en una población basta para sustituir a los fallecidos, para que la población no disminuya. Sin embargo, es erróneo pensar que la sustitución generacional está asegurada cuando el número de nacimientos es mayor que el número de defunciones, ya que comparar el número de nacimientos y el número de defunciones se relaciona no con la sustitución sino con el crecimiento natural. En concreto, la tasa de reemplazo generacional indica el número medio de hijos que debería tener cada mujer para mantener la población en equilibrio, cifra que en los países avanzados es de 2.1, aunque es mayor en los países subdesarrollados debido a la mortalidad infantil.