Verdad lógica

Una verdad lógica es una proposición que adquiere el valor de verdad en todos los casos, más concretamente, para todos los valores de verdad de las premisas que la forman. Un ejemplo claro sería "p o no p", ya que al ser "p" y "no p" excluyentes u opuestas en relación a su valor de verdad, un ode las dos debe ser verdad, por lo que "p o no p" es verdad por necesidad, una verdad lógica. También se consideran verdades lógicas las tautologías, aquellas proposiciones que simplemente consisten en una definición.

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Lógica formal

Una lógica formal es un sistema de inferencia, como metodología que establece proposiciones argumentalmente válidas a partir de otras proposiciones, basado en un lenguaje formal o conjunto de símbolos o tokens con significado concreto o abstracto que se combinan entre sí a través de una reglas gramaticales exactas, de forma que se puede establecer de forma sistemática lo que se puede decir o no con validez en ese lenguaje. De esta forma, la lógica formal se opone a la lógica natural basada en el lenguaje natural u ordinario que utilizamos, que posee unas reglas a veces ambiguas, aunque de esta forma se conforma como una lógica mucho más rica y profunda que la lógica formal en relación a los significados que puede construir.

Ecoética

La ecoética es una visión de la ética que asume como principio básico el cuidado del medio ambiente y de los seres vivos que habitan en él, basando la reflexión y la valoración de la conducta humana en las consecuencias que dichas conductas producen en el medio ambiente.

Mal absoluto

El concepto de mal absoluto o mal radical, mas allá de su acepción común y corriente de mal extremo o mal sin límites y dada su transcendencia y su repercusión en la vida de la persona, plantea la necesidad de análisis a nivel filosófico en relación a la naturaleza y origen de ese mal. Fundamentalmente dos han sido los filósofos que han reflexionado sobre estos aspectos: Immanuel Kant (1724-1804) y Hannah Arendt (1906-1975), esta última sobre todo a la violencia y maldad extrema del nazismo. Kant afirmó que los seres humanos desarrollamos tendencias tanto hacia al bien como hacia el mal; entre esas razones y variantes de mal, el grado más extremo correspondería al de la perversidad, como resultado de subordinar la decisión de si una actuación es moral o no a intereses y principios ajenos a la moral (por ejemplo, principios económicos o biológicos), de modo que el mal absoluto surgiría de la destrucción de la voluntad como expresión genuina de la razón. Desde este punto de vista, Kant rechazaría la existencia de personas que se guían por la perversidad como elección, al contrario, la perversidad sería una falla, una grieta en la razón humana.

Por su parte, Hannah Arendt realizó un análisis mas sociológico y político que antropológico, en relación al desarollo del mal absoluto, que ella dió en llamar banalidad del mal. Para la filósofa, que sufrió en primera persona los zarpazos del nazismo, la fuente y origen del mal absoluto provendría de los totalitarismos como ideologías  y sistemas políticos, racionales y corruptos a la vez, banales y perversos al mismo tiempo. Arendt puso el acento además en la reflexión sobre lo ilimitado e insoportable del mal absoluto, afirmando que desde esa definición el mal absoluto debe ser imperdonable, precisamente por hallarse fuera de todo límite o atisbo de humanidad. Sin embargo, su valoración sobre la maldad de individuos en concreto, sobre todo en relación a los asesinos nazis y especialmente al criminal de guerra de las SS Adolf Eichmann, apresado por el servicio secreto israelí en 1960 y cuyo juicio donde se le dictó pena de muerte siguió y analizó, era ambigua en el sentido de que los exculpaba de la maldad de sus actos y los considerada meros funcionarios al servicio de un sistema totalitario, que cumplían a rajatabla y con perfecta eficiencia con los atroces actos que se les encomendaban. De ahí su conocidad expresión valorativa del mal absoluto como banalidad del mal.

Razón secular

La razón secular se refiere a la construcción del pensamiento y conocimiento que evita todas la referencias metafísicas, religiosas u otras cuestiones que no hayan sido probadas. Es el proyecto de racionalidad que hizo suyo la Ilustración y puede asimilarse a la corriente filosófica fundacionalista, iniciada por Descartes y continuada por Locke y Kant, que busca dejar un lado todo conocimiento que parta de axiomas o bases teóricas que sea indudables.

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