Consumo de drogas

El consumo de drogas es la ingesta o aplicación corporal por otras vías (respiratoria, intramuscular, ...) más o menos habitual y de forma consciente y voluntaria de drogas, es decir, de sustancias estimulantes físicas y psicoactivas. El consumo de drogas puede ser experimental, lúdico, social o terapeútico, y a veces deriva en drogadicción, cuando el consumo habitual de drogas provoca dependencia de modo que el individuo se ve impulsado a tomar más y más cantidad de droga. El consumo de drogas ilegales  no es generalmente ilícito, pero sí lo es el tráfico de drogas ilegales, de forma que el consumo de droga, con adicción o no, es el que impulsa el tráfico ilegal de drogas y toda la delincuencia y problemas sociales asociados a él. De esta forma, la lucha contra el consumo de drogas, a nivel personal (decir individualmente siempre no a su consumo) y social, es un factor esencial para solucionar el problema social de las drogas, además de contribuir al bienestar y salud de las personas, sean las drogas ilegales o no, mas allá de su función eventualmente terapeútica.

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Sujeto individual

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En ciencias sociales, sujeto individual hace referencia al ser humano o persona, individualmente, como sujeto autónomo en el pensamiento, voluntad y acción. La idea de sujeto individual como elemento de investigación supone una perspectiva analítica en la que se considera al sujeto como base para el estudio de la sociedad, en la medida que cada uno de estos sujetos es único y especial, aunque pueda estar influenciado por lo social, frente a otras perspectivas que analizan la sociedad desde una perspectiva macro, es decir tomando como base el sujeto colectivo, como por ejemplo, una clase social o el pueblo, de una forma sistémica, pero a la vez generalmente difícilmente definible y observable empíricamente.

Ser individual

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Ser individual es aquella perspectiva del sujeto que toma al sujeto en sí mismo, en su propia individualidad, y que tiene como rasgos definitorios su libertad y autonomía o capacidad de decisión, sus derechos, las necesidades propias y sus deseos. Este ser individual se encuentra complementado por el ser social, en tanto en cuanto todo individuo desde su individualidad debe luego relacionarse y convivir con el resto de sujetos.

Antisemitismo

El antisemitismo es la discriminación, odio, hostilidad y agresividad contra los judíos como comunidad, pueblo, religión o supuesta raza. Se trata de una actitud desarrollada desde la antigüedad, cuando hacia el siglo I antes de Cristo los antiguos romanos ocuparon el territorio habitado por los judíos y realizaron campañas de guerra contra los judíos; tanto estos ataques, que perseguían la subordinación y dominación de los judíos, como el hecho diferencial que situaba al judaísmo como religión monoteísta, como opuesto al paganismo politeísta habitual entre los romanos, provocaron una persecución contra la población judía y su identidad colectiva. Estos ataques contra los judíos condujeron a la diáspora judía, unas veces como exiliados y otras como esclavos. Hay que decir que los judíos también vivieron el exilio en el siglo VIII a. C., cuando los asirios vencieron a los judíos y los deportaron a Mesopotamia.

La oposición a los judíos continuó con el cristianismo, especialmente porque los judíos, formando comunidades exiliadas a lo largo y ancho de Europa, fueron considerados culpables de la muerte de Cristo, actitud que se extendió durante la Edad Media hasta la Edad Moderna, aumentando la desconfianza que suscitaban las comunidades judías que vivían aparte profesando otra religión diferente a la cristiana. Precisamente en la Edad Media y en la Edad Moderna eran frecuentes los pogroms o ataques colectivos contra los judíos. Por otra parte, en 1492 los judíos fueron expulsados por edicto de los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, episodio notorio en la persecución histórica contra aquellos.

En el siglo XIX se acentuó el discurso contra los judíos. Los términos antisemita  y antisemitismo, como actitudes contrarias a lo judío, surgieron en Alemania a finales del siglo XIX para dar un tinte político al odio ancestral contra los judíos, por un lado contra el poder que los judíos estaban adquiriendo en la sociedad como burguesía, y en tambiñen referencia a su supuesta impureza de sangre, en el marco de un discurso racialista. Estos discursos se fueron extendiendo por Europa y los pogroms se multiplicaron. El nazismo, como ideología totalitaria, fijó el antisemitismo como uno de sus principios principales y así se llevaron a cabo uno de los mayores estragos de la historia, el Holocausto, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando se asesinaron sistemáticamente a millones de judíos en campos de concentración y exterminio. El Holocausto, su crueldad e inhumanidad, removió el fondo de la conciencia colectiva en muchos países, y desde entonces el antisemitismo ha sido considerado una ideología especialmente inhumana y peligrosa; hoy día, en muchos países modernos está fuera de la ley el difundir mensajes contra los judíos y cualquier otro tipo de expresiones antisemitas, aunque entre algunos sectores políticos minoritarios e incluso gobiernos abundan y se fomentan aún esos discursos de odio contra lo judío. En resumen, la desrazón del antisemitismo puede definirse así, a través de una frase habitual en inglés: the dislike of the unlike o rechazo de lo diferente; ahí radica su inhumanidad, precisamente en considerar que no todos somos iguales, y que ello justifica la violencia contra los que son diferentes, siendo el pueblo judío una mera excusa para ponerla en práctica.

Sistema de poder

Un sistema de poder es un conjunto interrelacionado de sujetos, instituciones y mecanismos sociales, generalmente relacionado con el interés de las clases e instituciones poderosas, control y coerción, que se configura para alcanzar la estabilidad del propio sistema, siempre en aras de favorecer y garantizar los intereses y objetivos de los agentes en el poder. Hoy, los principales sistemas de poder son el Estado, como sistema político, y a nivel global y como sistema económico, el capitalismo mismo. También existen sistemas de poder parciales que buscan garantizar el poder de los intereses de determinados actores, como el heteropatriarcado.

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