El espacio social es aquel que partiendo del espacio físico o geográfico lo transciende y lo convierte en espacio en el que desarrollan las interacciones económicas y sociales de los individuos en sociedad, partiendo de una estructuración primaria en base a intereses y relaciones de poder, y reflejándose y haciéndose realidad posteriormente a través de dominaciones, apropiaciones, desobediencias y rebeliones. De esta forma, el espacio social, lejos de ser una realidad geográfica física absoluta y estable, es temporal, dinámico y dialéctico, desarrollándose en su interior continuamente subespacios específicos con interacciones internas y relaciones cambiantes con otros subespacios en función de las necesidades tanto de los sujetos que operan en él como del propio espacio. En este sentido, el espacio social, si bien nace en cierto momento como respuesta a unas relaciones sociales, su desarrollo a partir de cierto nivel de complejidad le hace adquirir carta de naturaleza propia, moldeando a su vez las relaciones económicas y sociales.
Un ejemplo paradigmático de espacio social de gran transcendencia y complejidad en el mundo actual es la ciudad, desarrollada por urbanistas a instancias de los políticos con unos objetivos que van más allá de la creación de un hábitat para los ciudadanos y son llamados a satisfacer los intereses de ciertas élites, representada a través de un imaginario en función de esos intereses, a la vez realidad homogénea y perfectamente localizable, pero organizada, dividida, segregada, controlada, reprimida, apropiada y reapropiada continuamente, y que finalmente "se come" a sus habitantes, ya que necesita gobernarse y recrearse pasando por encima de aquellos para desarrollarse.